miércoles, 2 de febrero de 2011

Avatar 5 - Simetría bilateral en la creación

Una de las simetrías más evidentes, es la llamada simetría bilateral o también conocida como especular. Posiblemente una de las más sencillas y por ello quizá una de las más bellas. La simetría bilateral está presente por doquiera, incluso nosotros mismos la poseemos. Esta simetría, en el cuerpo humano consiste, en que una parte del cuerpo se corresponde con la contra lateral; es decir, la parte izquierda es semejante a la derecha.

Mientras recorría las páginas del libro que me acompaña estas semanas, me encontré con un caso curioso de esta simetría tan famosa. Quién iba a imaginar que la encontraría en medio de las tradiciones judeo-cristianas. El libro del Génesis afirma: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios le creó, varón y hembra”.  Esta frase ha llevado a varias interpretaciones y se han dado principalmente dos hipótesis. La primera afirma que la frase alude a la creación de un ser andrógino; es decir, un ser con las partes masculina y femenina equivalentes. La otra interpretación lleva a pensar que Dios, a partir de la misma materia, insufló el soplo de vida, creando al primer ente masculino (Adán) y al primer ser femenino (¿?). El mismo Génesis, en un capítulo posterior, afirma que Dios creó a la mujer a partir de una costilla de Adán, pero esta vez, en condiciones diferentes o como se consideró por mucho tiempo en los debates de la Iglesia Católica, en forma inferior a la del hombre. No fue sino hasta el Concilio de Nicea donde por fin se aceptó que la mujer tenía alma, puesto que según los escritos del Génesis, no se mencionaba que Dios la haya dotado de una.

Retornemos al primer ente femenino que, por lo visto, no podía ser Eva, ya que la primera mujer no fue creada de la costilla de Adán, sino de igual modo que el primer hombre. Algunas explicaciones han sido encontradas por diversos autores como Yehuda Bar Rabbi en el siglo III o en el texto del siglo V, Génesis Rabba, que es un midrás sobre el libro del Génesis, y otros más que creen que la primera mujer fue la llamada Lilith.

Claro que si indagamos más atrás en el tiempo, veremos que este nombre es una herencia mesopotámica de Lilitu y Lili, demonios femeninos de esa cultura, cuyos nombres fueron llevados por los judíos exiliados en Babilonia. Las escrituras talmúdicas cuentan que Lilith protagonizó la primera disputa de pareja con Adán. Aquella riña surgió al momento de hacer el amor, puesto que Lilith se negaba a estar en la posición por debajo del hombre. Adán exige: “Tú debes someterte a mí, yo soy superior” mas Lilith responde: “Somos iguales, fuimos creados de la misma tierra”. Lilith, molesta, decide revelarse y abandona a Adán y al paraíso, convirtiéndose a partir de entonces en un símbolo demoníaco y a la que se han atribuido todo tipo de características malignas y oscuras. (Aunque, claro, también ha sido un símbolo para las interminables disputas feministas y machistas, pero este tema deberá ser abordado por otros y en otro lugar.) Muchos autores han recurrido al nombre de Lilith, generalmente como un ser endemoniado que anda en busca del semen que el hombre expulsa mientras duerme. Recientemente encontré el nombre de Lilith en medio de las páginas del genial Saramago, en su obra Caín. Allí Lilith se convierte en la amante insaciable del marcado Caín.

Creencias, leyendas, verdades o simplemente una intrincada historia que aún sigue escribiéndose. Lo cierto es que la historia del Génesis adolecía de la falta de simetría bilateral en el momento de la creación del hombre y la mujer. Quizá los estudiosos de estas lecturas quisieron dotar a sus creencias de una mayor belleza al introducir a Lilith y por lo tanto la simetría bilateral.

Lilith. John Collier (1892).

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