miércoles, 16 de marzo de 2011

Avatar 8 - Sobre la física en los procesos vitales

Un amigo me ha preguntado qué dice la física sobre la muerte. Le he respondido que, primeramente, deberíamos entender qué dice la física sobre la vida o lo qué no dice sobre la muerte y buscar por reductio ad absurdum alguna conclusión valedera. Y pensando en todo esto recordé que en la naturaleza existe lo que parece imposible… un animal inmortal.
 

Su nombre científico es turritopsis nutricula. Es una medusa de mar de la clase hidrozoo que cuando alcanza la madurez sexual revierte su desarrollo para regresar a un estado de pólipo y comenzar su ciclo vital nuevamente. Esto lo hace mediante el proceso denominado transdiferenciación. Entendemos dicho proceso porque los biólogos que han estudiado células madre los últimos 30 años han investigado un proceso similar más básico denominado diferenciación. Este es el proceso por el cual una célula embriónica no especializada adquiere las características de una célula especializada como las de un corazón, hígado o músculo. La diferenciación está controlada por la interacción de los genes de una célula con las condiciones físicas y químicas fuera de la célula, usualmente a través de indicadores compuestos por proteínas inmersas en su superficie. En la transdiferenciación, estas células, propias de un tipo de tejido, se diferencian hacia células de otro tipo de tejido. Esta capacidad hace de la turritopsis nutricula un animal biológicamente inmortal.

Pero podemos preguntarnos ¿sabe la turritopsis nutricula que esta viva? Porque ¿qué es la muerte sino la disolución de la conciencia? Y, entonces, ¿qué es la conciencia? Roger Penrose, en su libro The Emperor’s New Mind, ha dicho que los procesos racionales concientes no pueden ser considerados algorítmicos ni, por lo tanto, corresponden al funcionamiento de una máquina de Turing, sino, más bien, estos procesos deben ser explicados considerando efectos cuánticos (en particular mediante el colapso de la función de onda). Ahora bien, si hemos de considerar efectos cuánticos esto quiere decir que todo hecho conciente sería sujeto de una de las posibles interpretaciones que se adscriben a la mecánica cuántica. El más probable, de todos los posibles, es el que considera que la realidad es una suma de historias o promedio de todas las posibilidades asociadas a un evento antes de su realización o medición (al colapsar su función de onda).

Sin embargo, en 1957, Hugh Everett propuso una interpretación diferente a la mecánica cuántica, denominada interpretación de los muchos mundos, que afirma la realidad objetiva de una función de onda universal, pero niega la realidad del colapso de la función, lo que implica que todas las posibles historias alternativas y futuros son reales – cada una representando un mundo o un universo real. Keith Lynch, un empleado en DBS (una compañía comercial que Everett cofundó), recuerda que Everett creía firmemente que su teoría de muchos mundos le garantizaba la inmortalidad: su conciencia, argüía, está sujeta, en cada bifurcación [de la realidad], a seguir el sendero que no conduzca a la muerte – y así ad infinitum.

Pero mientras no podamos evitar la muerte a la manera de la turritopsis nutricula o a la manera de los muchos mundos, me quedo con las palabras de Richard Dawkins (autor de The Selfish Gene): “Vamos a morir y ello nos hace los afortunados. La mayoría de las personas nunca van a morir porque nunca van a nacer. Las potenciales personas que podrían haber estado aquí en mi lugar pero que, de hecho, nunca verán la luz del día superan los granos de arena de Arabia. Estos fantasmas no natos ciertamente incluyen mayores poetas que Keats, mayores científicos que Newton. Sabemos esto porque el conjunto de posibles personas permitidas por nuestro ADN excede masivamente el conjunto de personas actuales. Es a pesar de estas sorprendentes probabilidades que tú y yo, simples como somos, estamos aquí.”

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